Yo, comiendo mi primer hueso, luego tuve diarrea, pero eso debió ser por comer sentada.
Aquí pongo la foto (mordida) de la madre de mi dueña (la rubia) y su hermana. Con ellas compartí muy buenos momentos.
El tercer mes lo pasé con mi dueña en casa de su madre, también estaba su tía.
Me mimaron, comí muchaaaas orejas de cerdo y muchaaaaas chuches perrunas, tuve juguetes (unos cuantos por vez primera), rompí y mordí todo lo que se puso por delante, incluido el álbum de fotos. Pero no se enfadaban. Así son las abuelas, nos lo permiten todo. Decían: "mira esto también tiene la huella de los mordiscos de Choni" y me acostumbré definitivamente a utilizar el baño del jardín.
Al principio quisieron ponerme en la terraza, pero a los dos días ya me había hecho la dueña del salón. Bueno, de la casa.
Durante un corto mes fui la princesa de la casa, hasta que mi dueña cambió de nuevo su hogar y nos fuimos cerca de un mercado. Ahí conocí a otro gato.
6 comentarios:
Bien hecho!! Acapara todo lo que puedas... por cierto linda familia has encontrado!!! Guau guau!!!
Besos en la trompa
¡Gracias! sí, las veo a temporadas porque o viajan ellas o viajo yo. De la que no me separo nunca es de mi dueña.
que hermosura de cachorrita.
sí... pero crecemos y dejamos de oir lo guapas que somos... ahora que me había acostumbrado.
Muchos lametazos.
Choni, tu eres guapa siempre.
Qué bellezon y qué gusto encontrarse este blog!
Un saludo,
Marta y Ada, de cuatro patas y un rabo,
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